sábado, 25 de julio de 2009

Mi frustración

Cuando iba al cole, había diferentes actividades extraescolares de las cuales, si querías, podías elegir la que más te gustara para apuntarte y hacerla una vez por semana, por la tarde, al terminar las clases. (Bueno, eso supongo que sería y aún debe ser, en todos los coles ¿no?). Pues bien, de pequeñita, (con unos 8 o 10 años), me apunté a danza ("ballet"). Me encantaba la elegancia con la que se bailaba, me encantaba como se movía mi profesora y envidiaba enormemente su forma de bailar... Me hubiese encantado saber hacerlo como ella, con esa elegancia, esa sonrisa que nunca perdía, de oreja a oreja. Me hubiera encantado bailar de esa manera, tan suave, tan perfecta...


Recuerdo que un día, al terminar la clase, mi padre tardó un poquito en venir a recogerme, y al salir de la sala donde bailábamos, en el patio de la escuela, estaban entrenando unas chicas mayores que yo. Y se trataba de este deporte, el volei. Me quedé alucianda al verlas jugar. Me quedé ahí sentada en unas escalerillas que daban a una sala, mirando como aquellas chicas jugaban, hablaban entre ellas para ponerse de acuerdo a la hora de coger el balón, se daban indicaciones las unas a las otras, iban rotando y cada vez había una chica diferente en el saque, en el remate... Eso me encantó, me entusiasmó ver que era un deporte en equipo, que los movimientos que realizaban eran elegantes (a mí me lo parecen) y me encantó la complicidad que había entre ellas. A partir de ese momento, (y más con lo cabezota que soy), deseaba apuntarme a esa actividad extraescolar, quería ser una jugadora de volei... Pasó el tiempo y se lo comenté a mis padres. Durante una temporada, estuve haciendo ambas, la danza y el volei.

Llegó un momento que dejé la danza y me dediqué por completo al volei. Para mí ya no era una simple actividad extraescolar, para mí el volei se convirtió en algo especial y además (para que negarlo), no se me daba nada mal.


Debido a mí pasión por este deporte, empecé a entrenar dos veces por semana. En el mismo colegio, hicimos un equipo y hacíamos torneos con otras escuelas. Los partidos eran los sábados por la mañana. Recuerdo perfectamente que la camiseta de nuestro equipo era azul no muy oscuro, de manga larga, con dos rallas blancas que iban del hombro hasta la muñeca. Las rodilleras eran también azules, aunque un azul algo más oscuro. Tenía el número 11.
Madre mía, qué recuerdos me vienen a la memoria mientras voy escribiendo estas líneas...
¡Unas cuantas de mi equipo, nos presentamos a las pruebas que realizaban para poder entrar en el español y las pasé! Me encantaba ese deporte. Y hoy me sigue encantando.


Cuando tenía unos 16 años, fuimos a Lleida para jugar el campeonato de Cataluña. Allí es donde pasó lo que nunca tendría que haber pasado... Íbamos ganando todos los partidos, estábamos súper contentas, nuestra entrenadora nos animaba. "¡Podemos ganar!". Esta era la frase más mencionada tanto por nuestra entrenadora como por todas las jugadoras del equipo.
Jugamos la semifinal, y en uno de los remates, la pelota me tocó mal en la muñeca provocándome una lesión que hizo que no pudiera terminar el partido y evidentemente, a causa de esa lesión, no pude jugar la final. Quedamos segundas de Cataluña.
La lesión fue una tendinitis en la mano derecha. Se me montó un tendón sobre el otro, se me hinchó la mano, e incluso se me quedó la zona amoratada... Me llevaron a urgencias. Me dolía muchísimo, pero yo intentaba disimularlo... En la clínica me hicieron una infiltración y me vendaron la muñeca. Y aquí terminó mi época de volei. Pasaron un par de meses y la mano no se había curado bien. En un entrenamiento, haciendo un movimiento de lo más tonto (además fue calentando), me volvió a suceder lo mismo. Otra vez la mano hinchada y un dolor muy fuerte. Tuvieron que operarme. Mi entrenadora me dijo que si me operaba, me quedaría la mano débil y no podría volver a jugar a volei nunca más. (No entiendo mucho de estas cosas, pero según me explicaron, tenemos una especie de "puente" que cubre los dos tendones, los protege y hace que no puedan separarse). Pues bien, para colocarme los tendones en su sitio, tuvieron que sacarme ese "puente", así pues, tal y como me dijo mi entrenadora, al hacer algún esfuerzo, los tendones quedaban desprotegidos sin ese "puente" y podría volver a pasarme jugando o haciendo algún esfuerzo o movimiento brusco. De hecho, esto sucedió cuando yo tenía 17 años y a los 19, tuvieron que volver a operarme de la misma mano.



Desde entonces, la mano se me ha quedado algo "tonta" y como muy bien me contó mi entrenadora, débil. De hecho aún ahora, dependiendo del peso que cojo con esta mano o del movimiento que hago, siento un pellizco, aunque enseguida se me pasa...

Ahora, en alguna ocasión, con mis amigas, hemos jugado a volei en la playa, (sin hacer mucho esfuerzo), y no podéis imaginar lo que lo hecho de menos...
Esa es mi gran frustación.

7 comentarios:

ion-laos dijo...

Cuanto lo siento,los deportes siempre conllevan un riesgo,por lo menos, puedes seguir usando la mano,pero vamos,tampoco te frustres, eh? las cosas pasan por algo y lo mismo ese no era tu destino...
Un besito linda

Salegna dijo...

Lo entiendo, como se escaparon esas ilusiones y más a esa edad, una lástima, es normal que te hayas emocionado contándolo.
Yo nunca he jugado en ningún equipo de vóley pero era muy aficionada porque era seguidora del Son Amar, eran de los mejores de España cuando yo era jovencita, no nos perdíamos ni un partido y siempre estábamos para animarlos, en esa época había mucha afición aquí en Mallorca.
Muchos besos

Adara dijo...

Jo, pues vaya ..que pena de lesión y en que momento te vino...basta que te pasara aquello para echarlo más en falta...

saludosss!!

Inocencia María dijo...

LALUNA que mala suerte y justo en el peor momento, y luego dicen que el deporte es salud?????????????? eso es lo que yo les digo a los mios que siempre andan con alguna lesión, gracias por compartir todos esos recuerdos y no hagas muchos efurezos con la mano a ver si no vas a poder escribirnos!!!!!! es broma, un beso guapa.
AFRICA04
Cuídate toda, que te queremos mucho tiempo por aquíiiiii

lamjort dijo...

Hola guapetona, a mi también me gustaba mucho el voley, pero no jugué en ningún equipo, siempre jugaba con mis amigas, era nuestro preferido, aunque también jugábamos, al béisbol, baloncesto, fútbol, lo pasábamos muy bien.

Mi frustración fue la música, se me da muy bien, me hubiese encantado tocar el piano, pero esto ya te lo contaré a ti un día, que no es cuestión de mandar aquí un ladrillazo, a ver si te pillo por el msn uno de estos días, que hace mucho que no nos damos una de nuestras charlitas. Un besazo guapetona.

ion-laos dijo...

Te he contestado en el bolo niña,un besito

Velvetina dijo...

Antes de nada, ¡gracias!, ¡muchas gracias por el detalle que has tenido conmigo y por esa brujy que decorará mi blog!... ¡Uf!, estos pequeños regalos son los que tienen más valor.

En cuanto a tu entrada… ¿Por qué lo llamas frustración?, piensa mejor en la experiencia tan maravillosa que viviste jugando al voleibol, esa nadie te la va a quitar. Tu mano se habrá quedado tonta, como bien dices, pero tus recuerdos siguen latentes y son muy bonitos.
Además, que sepas (y te lo digo porque soy mayor que tú) que con el paso del tiempo nuestro cuerpo comienza a prohibirte ciertos movimientos, así que ¡sólo tenemos que aceptarlos y acostumbrarnos a ellos! ¿de acuerdo?. No podrás jugar como antes, pero estoy segura de que has aprendido a hacer otras cosas que valen la pena.

Un abrazo

Velvetina

Publicar un comentario